Scheda di approfondimento
La conversión tardía del santo por mediación de las oraciones de su madre, Mónica, y de las instrucciones de San Ambrosio se produjo en Milán en el año 387. Lo sucedido lo cuenta en el libro de sus Confesiones: Se encontraba sentado debajo de una higuera en un jardín cuando escuchó una voz que le decía, "Toma y lee". Abrió al azar las Epístolas de San Pablo que tenía en la mano y reparó en este pasaje: "No viváis en el desenfreno y la impureza sino revestíos de nuestro Señor Jesucristo" (Epístola a los Romanos, 13, 13-14). Inmediatamente las tinieblas de la duda se disiparon en su espíritu y recibió el bautismo con su amigo Alipo y su hijo Adeodato.
García Hidalgo comenzó a pintar una serie destinada al claustro bajo del convento de San Felipe el Real de Madrid, con las vidas de San Felipe y San Agustín que concluyó en 1711. El pintor manejó grabados tomados de la Vida ilustrada de San Agustín, publicada en París en 1624, originales del flamenco Schelte Adam Bolswert, copiando algunos literalmente. Invirtió el grabado y alteró sustancialmente la composición, pero otorgó originalidad al tratamiento de las arquitecturas y a la vegetación y la propia figura del Santo, posee una dignidad superior a la del grabado. El artista repitió sus modelos humanos con una desesperante monotonía, insistiendo en un tipo físico de anchas facciones, nariz gruesa y aspecto grasiento similar al representado en esta ocasión. Pecó de un total abandono y desinterés por el dibujo acabado. Los vibrantes restallidos, típicos de sus contemporáneos madrileños, aparecen en contadas ocasiones en sus obras y permaneció apegado a una tonalidad agria y desabrida con la que desarrolló un estilo auténticamente original. En su haber se encuentra cierto interés por el desarrollo de la perspectiva, a través de fondos de arquitecturas y tampoco fue ajeno al gusto por el paisaje.