Scheda di approfondimento
La pintura, que ha sido atribuida con reservas a Luis de Velasco tradicionalmente, repite la composición realizada por este pintor en 1584 para el claustro de la Catedral de Toledo y que había de servir para sustituir a otro altar anterior de la misma advocación.
En el eje de la composición está la Virgen sentada sosteniendo al Niño, que lleva en sus manos un lirio y un pájaro. De izquierda a derecha les rodean San Antón, con un bastón y una tau griega en su manto, San Francisco, San José, con la vara florida, y San Agustín, representado como obispo y llevando en la capa como decoración escenas relativas a su vida. Estos tres últimos santos citados han venido a sustituir, respectivamente, a las dos santas del último término y al San Blas de la pintura original. A los pies, arrodillado, un caballero vestido a la moda de la época de Felipe III, con media armadura y amplia gorguera almidonada.
En la obra de Velasco este personaje representa a Fernando de Antequera (1380-1416), denominado así en alusión a la conquista de la ciudad andaluza, ocurrida en 1410. En el caso que nos ocupa, bien podría ser el rey aragonés o el donante de la pintura. En la parte superior están el Espiritu Santo y cuatro ángeles que sostienen una corona imperial, igual que en el lienzo original.